domingo, 16 de noviembre de 2008

Universal es lo local sin paredes

Paseando por esos paraísos perdidos, uno se pregunta cómo es posible que lugares tan maravillosos hayan sido abandonados. Seguramente nuestra mirada sea distinta a la de aquellos que un día vivieron allí, y decidieron hacer las maletas en busca de un progreso, que no siempre encontraron. Yo también fui uno de ellos. Uno de esos que sintió que su lugar no estaba allí, que no había un futuro para mi allí. No es una sensación de un día, sino algo cocinado a fuego lento, desde que uno es un niño, y le arrancan de su entorno más próximo. Es el comienzo de un destierro, el deambular de un alma en busca de una tierra donde echar raíces y crecer, pero allí donde uno va, siente que es como una orquídea que posa sus raíces, pero jamás las hunde en la tierra. Uno es forastero allí donde va, incluso cuando regresa a ese punto de partida del que nunca debimos salir, o eso al menos pensamos a menudo. Perfumamos sus recuerdos con nostalgias, seguimos viviendo pero miramos atrás con nostalgia, quizá por miedo a que un día no haya donde volver. ¿Por qué es tan importante volver para algunos de nosotros? ¿Por qué esa necesidad de regresar a ese punto donde comenzó la diáspora? Tal vez para nos haga falta volver para reafirmarnos, para volver a sentir que esas partes de nuestra persona se ensamblan y durante un tiempo somos…
Y como dice, Abel Hernández en su libro “Historias de Alcarama”, "¿Qué nos está pasando? ¿Me quieres decir qué mundo es éste en el que se despuebla el paraíso?".

2 comentarios:

Tempus fugit dijo...

Hay algunas teorías sobre la pulsión a volver al seno materno. O quizás sea la inercia a volver a la no existencia...

besos

Ojo de fuego dijo...

Creo que es necesario, si no vital, regresar a muchos sentimientos, a sensaciones. A mí me ayudan a encontrarme cuando tengo malos días, o si ando un poco torcida. Al fin y al cabo, somos lo que hemos vivido...
Besitos