jueves, 20 de agosto de 2009

Cuentas del collar de la despoblación

Acrijos, Albalate, Albocabe, Alconeza, Aldehuela el Rubio, Algondrón, Aragel, Ardachosa, Armejún, Baniel, Boillos, Borque, Bretuncillos, Buimanco, Cabrejuelas del Hoyo, Cabreriza, Canos, Castellanos de la Sierra, Castellanos del Campo, Castril, Cubillos, El Vallejo, Escobosa de Calatañazor, Estepa de Tera, Fuentebella, Fuenterrey, La Mercadera, La Miñosa, La Muedra, La Pica, La Vega, Lería, Lérida, Manzanares, Marazovel, Masegoso, Mazalacete, Navapalos, Osonilla, Peñalcázar, Peñazcurna, Rabanera, Rebollosa de los Escuderos, Riotuerto, Cubo de la Solana, Santa María del Val, Sarnago, Sotillos de Caracena, Torretarrancho, Trigocernido, Vadorrey, Valdecantos, Valdegrulla, Valdelavilla, Valdemoro de San Pedro Manrique, Valladares, Vea, Velacha, Velasco, Villarijo, Villaseca Bajera, Yuba, …


Son cuentas de un collar que la memoria guarda como un tesoro, esperando que milagrosamente un brote verde surja en primavera. Lugares sedientos de susurros y de pasos.

Dicen que no hay caballo que más corra que el tiempo, y allí parece detenido… o quizá sólo sea un reflejo, porque el barro y la piedra, la madera y el oxido van perdiendo paulatinamente la batalla contra las zarzas y la maleza.

La indiferencia no cabe en estos sitios. O te atraen o los repeles. O amas la nostalgia que se respira allí o sientes la necesidad de mirar a otro lado y continuar, como si nunca se hubiesen cruzado en tu camino…

Un despoblado es una aldea o pueblo que en el presente ya no tiene habitantes permanentes. Pocos o casi ninguno, los más afortunados, han acogido en su regazo algún habitante aunque sea temporalmente en verano. Pero la mayoría siente la carcoma del olvido en su vientre, el viento recorriendo sus calles que se van borrando. Son más de los que debieran, y aún sangran las heridas de los que un día partieron de allí. Duele ir y ver como los vándalos no respetan lo que un día fueron hogares. Duele doblemente. Quizá tanto como cuando uno siente la impotencia al pasear, por alguno que moribundo, aún no aparece en la lista de “deshabitados” pero que avanza inevitablemente hacia allí…


No se puede volver a un lugar a donde nunca se ha ido, aunque uno haya estado allí muchas veces a través de las palabras de otros. Yo siento que regresé a Vea.


Fotos: Vea (Soria)