jueves, 10 de junio de 2010

Entre ruinas y soledad

"El tiempo acaba siempre borrando las heridas. El tiempo es una lluvia pacien­te y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos. Pero hay hogueras que arden bajo la tie­rra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría tal vez para borrarlas. Uno trata de acostumbrarse a con­vivir con ellas, amontona silencios y óxido encima del recuerdo y, cuando cree que ya todo lo ha ol­vidado, basta una simple carta, una fotografía, para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del ol­vido."

"Era como si el tiempo se hubiera congelado de repente. Como si el viejo río de los días se hubiera detenido bajo el hielo con­virtiendo mi vida en un interminable e inmenso in­vierno. Ahora miro hacia atrás buscando aquellas tar­des, remuevo en mi memoria las hojas del silencio y encuentro solamente un bosque sepultado, deshe­cho por la niebla, y un pueblo abandonado por el que cruzan los recuerdos como espinos arrastrados por el viento."

Libro: La lluvia amarilla. Julio Llamazares

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