viernes, 19 de septiembre de 2008

Faro deshabitado

Dice Eduard Pusset que la felicidad es la ausencia de miedo, que las sensaciones son efímeras e igual que el dolor no dura siempre, la felicidad tampoco… Quizá esé afán nuestro por estar siempre en ese paraíso, nos haga desdichados. Tal vez sea necesario asumir que este camino hay llanos y subidas, pero también descensos. Y en cualquiera de estos puntos intermedios entre una estación y otra, hay un mirador al que asomarnos. No se puede frenar ni acelerar el tiempo. Sólo se puede congelar entre un pestañeo y otro. Todo lleva su curso como las gotas de lluvia atraídas por la tierra. Tal vez nuestra acrofobia nos impida situarnos frente a un acantilado, pero a menudo nuestra senda discurre paralela a ellos. Adrenalina o ansiedad, mariposas y pinchazos en el estomago en esta montaña rusa existencial que cada uno vive a su modo...

Desde este faro deshabitado que no mira al mar sino al interior, librando nuestra particular batalla con uno de esos molinos de viento que contaminan el paisaje, me pregunto si no seremos nosotros mismos nuestros peores enemigos. Esa conciencia y esa ambición que marcan el ritmo de nuestro reloj, arrastrandonos hacia delante, sin pausa, con prisa, como aquel que necesita escapar desesperadamente del ahora …

3 comentarios:

Isthar dijo...

A mi no me cabe duda de que somos, no solo nuestro peor enemigo, sino generalmente quien más traba nos pone en el camino para que las cosas nos vayan mejor. La felicidad es un estado pasajero, sí. Pero también es cuestión de actitud. Hay gente que es esencialmente feliz porque es capaz de ver lo afortunado que es en cada una de las recompensas diarias. Y gente infeliz casi todo el tiempo, porque sólo ven el lado negativo de cuanto ocurre o cuanto les sucede.

La felicidad es una forma de mirar el mundo, y desde luego, también a nosotros mismos. Ojalá la mayoría de las veces no fuera tan complicado conseguirlo.

No hay nada peor que ser nuestra propia zancadilla en cada paso.

Tempus fugit dijo...

¡Casi nada tu reflexión! Yo subrayaría eso de que, en muchos momentos, somos nuestros peores enemigos... o amigos, y por eso duele.

besos (el otoño se presenta duro)

Ojo de fuego dijo...

Estoy de acuerdo con que somos nuestro peor enemigo. Nosotros mismos nos podemos llevar a la cima o al mismo subsuelo.
No cito a la felicidad como algo pasajero, bueno cada uno la puede ver como quiera.
Para mí consiste en saber manejar mi vida. Cada vez que tenga un bajón, saber porque, que está pasando y buscar las herramientas para darle la vuelta.
Hay personas que necesitan drogas o beber alcohol, o todos los días una experiencia excitante que les haga sentirse vivos.
Pero disfrutar de ver moverse a la hierba cuando la acaricia el viento, ¿quien hace eso?
Tendré días buenos y malos como los tiene todo el mundo, pero al final... ¿La hierba es más importante que yo? Entonces siento al viento que me acaricia y introduzco esa sensación dentro de mí. Y te juro, Marga, que se me pasan todos los males...
Besos