lunes, 12 de marzo de 2012

... transplantados

Los paraísos perdidos no aparecen en los mapas. Dicen que los caminos son de doble sentido: para ir y volver, pero el regreso es optativo. Las lágrimas con las que los últimos habitantes fueron marcando la senda en su destierro, hoy son diminutas flores que han ido borrando las veredas por las que ellos partieron. Las ortigas y las zarzas recuerdan al que allí se acerca, que todos somos extraños. Algunos viajes no tienen billete de regreso. No hay coraje para volver allí donde todo les dieron y todo les pareció poco. Sólo es posible mirar lo que se añora desde la lejanía, rememorar un tiempo que la memoria emborrona y continuar como las historias. Ellas siempre se reanudan en la siguiente línea, en la siguiente página.

Hay sitios de los que uno nunca se acaba de ir. Hay lugares a los que uno va, porque nadie le manda.