jueves, 3 de marzo de 2011

Restos de un naufragio

Algunos somos los restos de un naufragio. Objetos sueltos flotando a la deriva mientras el mundo en el que vivimos se va hundiendo lentamente, frente a nuestros ojos.  No hay nada más duro emocionalmente que abandonar ese barco porque ese lastre nos acompañará siempre.  Uno puede conquistar nuevas tierras, levantar imperios, pero nada podrá evitar que la sombra del "y si no me hubiese ido" se asome a  los pensamientos.  Uno puede arrancar esas malas hierbas en cuanto comienzan a brotar, arrojarlas al rincón del olvido, pero siempre regresan. No hay tiritas para calmar ese dolor. He perdido la cuenta de las veces que me he preguntado si no era el momento de volver. Nunca he contado las veces que me he respondido: allí no hay sitio para ti...