martes, 25 de mayo de 2010

Clasificando paraisos perdidos

Cuando uno se pierde, o se encuentra, por algunos de estos lugares que primero son despoblados y luego abandonados, uno va anotando mentalmente pequeños detalles para "rumiarlos" más tarde, cuando las sensaciones no están tan a flor de piel.

No se si hay algún test que permita catalogar esos lugares, y que permita cuantificar el abandono y olvido que sufren.

Si sólo pudiese observar una cosa, miraría el estado de su iglesia (si la hay). Siempre he pensado que cuando ese edificio se derrumba es porque nadie hay que lo mantenga.

También me fijo en su cementerio, en las fechas de sus cruces, y en esas visitas que van decreciendo según van desapareciendo esos hijos pródigos.

La presencia de zarzas y malas hierbas que atacan derrumbes y borran sendas y caminos nos indican el grado de olvido que llevan padeciendo. Debemos observar además, el estado de las viviendas, su nivel de desplome, sus puertas cerradas, el grado de pillaje y de gamberradas…

La ausencia de cables del tendido eléctrico, y de depósitos de agua ayudan a hacernos una idea de cómo fue la vida domestica en los últimos años. Los aperos de labranza, las majadas y corrales, los muros de piedra que delimitan prados y huertos son otras pinceladas en ese paisaje que se borra irrediablemente ante nuestros ojos.

Otros aspectos a tener en cuenta son la accesibilidad del lugar, y la presencia de algún núcleo poblacional cercano de mayor magnitud.

Todos estos pequeños detalles van dando forma a la historia de un lugar donde ya nadie espera, aunque todos los que fueron están, paseando por sus calles, en la memoria de los que un día sintieron que ese era el paraíso perdido…